Por Francisco de Rosa, presidente de Meta Tucumán.
Por la mañana temprano, visitamos la oficina del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, que agrupa a 10 municipios asociados, permitiendo construir un ecosistema de protección ambiental, planificación interurbana, desarrollos inmobiliarios y más. Este organismo se sostiene con el 2% del impuesto predial (nuestro inmobiliario) de los inmuebles pertenecientes a todos los municipios asociados, de los cuales Medellín aporta aproximadamente el 80%.
El Área Metropolitana está establecida a nivel constitucional y mejora la vida de todos los municipios. Aunque Medellín contribuye con la mayor parte del financiamiento y recibe solo un 35% de las inversiones en términos cuantitativos, cualitativamente se beneficia en múltiples aspectos: disminución del tráfico, reducción de la contaminación ambiental, equidad y equilibrio con sus vecinos, menor migración interurbana, entre otros.
Un modelo para armar
Para nosotros, como habitantes del Gran San Miguel de Tucumán, este modelo es un tema crucial a desarrollar. Permitirá realizar obras públicas de gran escala en las zonas limítrofes de los municipios y transformar lugares como el Camino de Sirga, el Camino del Perú o el mismo río Salí. Imaginemos que dejan de ser espacios abandonados y se convierten en núcleos de unión, cultura y riqueza para nuestras ciudades.
Como ejemplo, soñamos con cubrir los canales del Camino de Sirga y el Camino del Perú, creando sobre ellos espacios públicos verdes y comerciales de uso mixto, mantenidos por privados a quienes se les asignen espacios comerciales. Estos parques lineales invitarían al paseo urbano y aumentarían el valor de las tierras adyacentes. Esto solo es posible con una planificación estratégica llevada a cabo por un consorcio público metropolitano real e inteligente.
Durante la jornada, también tuvimos el placer de conocer a los responsables de construir la identidad respetuosa de la cultura ciudadana en Medellín. En las oficinas de la Secretaría de Cultura Ciudadana, nos recibió Natalia Londoño, quien con mucha pasión nos contó la tarea que vienen desarrollando que confirmó algunas de las estrategias de difusión de ciudadanía que desde Meta Tucumán venimos empleando en estos años.
La identidad de sus habitantes
En Medellín, el gobierno ha montado su propia oficina de difusión de cultura a través de redes sociales y experimentos ciudadanos para mostrar aspectos positivos de la identidad de sus habitantes. Según Natalia, no debemos enfocarnos en las infracciones y las malas conductas, sino en difundir las buenas prácticas y fomentar la idea de que esa es la forma en que la mayoría de los ciudadanos se comporta.
Si bien la estrategia no es totalmente trasladable al estado actual de nuestra ciudadanía en Tucumán, podemos extraer importantes conclusiones para nuestra labor futura, articulando esfuerzos entre ONGs, sector privado y gobierno. El desafío es grande, pero los resultados pueden ser imponentes.
También tuvimos la oportunidad de conocer parte del sector político de la ciudad, contactando con su Concejo Municipal a través de la concejala Paulina Suárez. Ella nos informó sobre la dinámica política y electoral de Medellín, cómo se vinculan con sus ciudadanos y cómo se manejan los espacios de poder a nivel partidario en el municipio.
Paulina nos explicó que los concejales de Medellín y los legisladores de Antioquia (Asamblea Departamental) cuentan con un presupuesto aproximado de 10,000 dólares mensuales, que cada uno destina a conformar su equipo de trabajo. En su caso, eso representa seis colaboradores. Todos los currículums y salarios de sus colaboradores, al igual que los de los demás concejales, son completamente públicos. Cualquier vecino puede acceder a esos datos y saber quién trabaja para quién sin ningún problema.
Cuando le comenté sobre los niveles de contratación masiva de asesores en la Legislatura Provincial y el Concejo Deliberante de nuestra ciudad, la confidencialidad de esos datos y cómo esos fondos permiten sostener la mercantilización electoral, me miró incrédula. No podía entender cómo los ciudadanos tucumanos toleramos semejante situación.
El compromiso y la colaboración
Finalmente, visitamos la Fundación ProAntioquia, lo que para mí significó un llamado de atención, tanto como miembro del sector privado como presidente de una ONG. El nivel de compromiso que el sector privado tiene con su ciudad es excepcional. La potencia del empresariado, canalizada en múltiples organizaciones no gubernamentales, pero especialmente a través de ProAntioquia, no tiene parangón.
El compromiso no es solo económico, sino también de tiempo e ideas. La Fundación ProAntioquia colabora en el diseño de políticas públicas, monitorea el progreso de la ciudad, forma y potencia liderazgos y promueve la cultura local. Todo esto se logra con el aporte de tiempo y recursos económicos que las principales empresas de Medellín destinan al bien público. El concepto es simple: el progreso solo es posible si es colectivo, y se genera mucha más riqueza en un entorno que permite que los negocios florezcan.
Creo firmemente que el sector privado de Tucumán tiene muchísimo para aportar para mejorar nuestra provincia, tanto en recursos económicos como en involucramiento en políticas públicas a través de sus dueños, gerentes y equipos de trabajo. Necesitamos repensar nuestro rol comunitario, ya que con solo ponernos de acuerdo en destinar algunas horas para pensar en nuestro Tucumán, podríamos lograr un cambio significativo.